domingo, 6 de diciembre de 2015

Tensión.

tensión
    1.Acción de fuerzas opuestas a que está sometido un cuerpo.
    2.Estado de un cuerpo sometido a esta acción.

    Preguntas que invaden el ser, la incógnita del mañana, la incertidumbre del futuro.
     En el devenir, miles de cuestiones visitan al profesor en formación. La mayoría desde las ansias, desde la desconfianza, fantasía o quizás, a veces, desde esa inseguridad que te acaricia e intenta seducir el ser, convencerlo que hay que bajar los brazos, que no estás hecho para eso. De pronto, la tensión.
    Aquel otro ser hambriento de conocimientos, de obtener herramientas, de absorber cual savia sagrada las experiencias de cada uno de los profesores que se me presentan cada tarde de estos días. Entonces es cuando chocan, se enfrentan. Como dos voces de una misma consciencia me hablan a la vez, a veces una prima ante la otra. En ocasiones ambas gritan tan fuerte que no logro identificar cuál es cuál. Otras veces el silencio.
     Ahí estamos. Formándonos. Conociéndonos. Compartiéndonos unos a otros. Armando “algo” nuevo a partir de fragmentos, experiencias y demás aportes que cada uno otorga en esta carrera. 
    Me ahogo en textos, teorías, pensadores, señoras y señores de renombre. Los hay admirables, detestables, desconocidos, otros tan cercanos que asustan. Leer. Leer. Releer. Leerme. Entonces aquella voz que me dice que no me rinda, que puedo; se hace más fuerte. Crece, se expande, circula por todo mi cuerpo y me llena, me eleva.
    Me ha costado encontrar un lugar donde sentirme cómodo, ¿no les ha pasado quizás el estar sentado en cualquier clase de cualquier universidad, cualquier día del año en cualquier ciudad del país, y querer salir corriendo sin más?. 
    Día a día revalido mi elección y cada mañana al despertar y al repetírmelo como un mantra, esa voz áspera de inseguridades y sombras, empieza a hacerse más pequeña, chiquita, hasta que solo es un zumbido en mi oreja. La tensión desaparece, se vuelve una pátina en el aire. 
    Las experiencias de mis profesores me advierten sobre el contexto, sobre lo que quizás se me presente, y yo, cual fiera hambrienta espero con ansias el día en que pueda plantarme en ese lugar. Y de pronto darme cuenta que esa imagen con la que fantaseo cada tarde en mis cursadas se concretizó. Volver a mirar cada rostro de mis alumnos y caer en la cuenta de que solo recordaba aquellas tardes de cursadas, en las que día a día fantaseaba con esa realidad que se me presenta.
    Que voy a ser un gran profesor. Que lo soy. Y que en definitiva, siempre estuve donde debía estar. Al final de cuentas, de eso se trata.

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